No estaba acostumbrado al olor de la calabaza cuando la usé inicialmente, pero empezó a gustarme, es como lavarme la cara en la cocina mientras preparo la comida, el olor es tan puro que le da una buena vibra orgánica a toda la experiencia de lavado de cara. Muy cerca de la madre naturaleza y apreciando las cosas buenas que brinda la naturaleza, un aceite único que limpia profundamente, un poco hace mucho. A partir de entonces uso menos crema facial porque el aceite limpiador dejó mi piel suave e hidratada. No me sentí pegajoso y apretó mis poros, dándole a mi rostro un aspecto impecable recomendado para pieles secas, sensibles y mixtas. El empaque no le hace justicia a este producto de alta calidad, no es fácil de usar, es difícil bombear en una botella tan ordenada, especialmente cuando está aceitosa, se me resbala de la mano varias veces y cae al suelo, gracias a Dios no se rompió. ¡tres veces!
